Es
necesaria una Universidad construida entre todos los agentes que permita que la innovación constante forme parte intrínseca de la institución. Pero la
innovación no se introduce ni se manifiesta siempre de la misma manera en la
universidad. O al menos, su concepto puede ser equívoco según las perspectivas
que se defiendan.
Desde
nuestro punto de vista, esta innovación
no puede tener únicamente un carácter individual como hasta ahora ha sido y
predomina. La universidad no sólo debe preocuparse por el problema de la
innovación individual docente, investigadora o administrativa como se está
potenciando mediante la acreditación y el acceso, sino que debe propiciar el
trabajo colaborativo entre los equipos docentes, investigadores y
administrativos.
Es
cierto que los obstáculos para la innovación y para la mejora de la Universidad son
muchos: ciertas actitudes provenientes del pasado con una determina idea de lo
que la Universidad, los departamentos con sus estructuras jerárquicas, los
concursos de acreditación con su perversión para obtener un acceso o promoción
basado en la meritocracia académica, la cultura individualizada que prima lo personal
y que se asume como cultura profesional normalizada en el profesorado
universitario, el enseñar de forma intuitiva y subjetiva sin darle importancia
a cómo enseñar para que se aprenda y reflexionar sobre la docencia.
También
se ha denunciar que continua dándose una mayor importancia a la investigación
dejando los aspectos docentes en segundo plano por no decir infravalorados, pero
no únicamente por tradición sino también como consecuencia de la acreditación y
el acceso a la docencia, donde priman
los conocimientos y la producción de la investigación más que los aspectos
docentes.
Por
tanto, uno de los componentes importante en una nueva Universidad es facilitar el
trabajo colaborativo mediante equipos docentes e investigadores y también que
en su funcionamiento puedan participar los
diversos agentes que intervienen activamente en la Universidad: gestores,
profesorado, alumnado y personal de administración y servicios.
El acceso a la carrera docente
universitaria
Durante
los últimos años el acceso a la carrera docente universitaria mediante la
acreditación y posterior convocatoria de plazas por la Universidad, se ha
convertido en una carrera de obstáculos donde predomina la inestabilidad, la
angustia por publicar en aquellas revistas denominadas de impacto, realizar
méritos de investigación y la falta de presupuesto para incentivar la promoción
del profesorado.
Todo
ello ha provocado una Universidad donde se ha reducido drásticamente el número
de profesores y profesores y se ha asentado una gran desmotivación aunada a un
aumento de la individualidad para conseguir los méritos que exigen las agencias
externas de acreditación. La precariedad laboral y la baja tasa de reposición
han ocasionado un mayor número de profesores y profesoras a tiempo parcial y
con retribuciones escasas.
A
corto plazo ello puede ocasionar un deterioro importante de la docencia y la
investigación, ya sea por la despreocupación de la docencia ya que sus méritos
no son suficientemente valorados como parece que va en aumento en las políticas
neoliberales de los actuales gobiernos o por la falta de implicación del
profesorado en los procesos docentes e investigadores por su precariedad
laboral y su docencia a tiempo parcial.
Es
necesario replantearse el acceso del profesorado a la Universidad y la carrera
docente universitaria, valorando los méritos de las personas tanto en docencia
como en investigación estableciendo figuras del profesorado que permitan iniciarse en la carrera docente y permitir
que mediante méritos docentes e investigadores puedan acreditarse en la
Universidad como docentes sin tener necesariamente
que pasar por agencias externas que
indiquen quién sí y quién no puede ser un docente universitario.
La participación del alumnado
Últimamente
la participación del alumnado en el compromiso con la Universidad ha decaído. Y
no hay democracia en la Universidad sin la importante participación del
alumnado. La Universidad no será nueva mientras no sea una instancia de
transformación social con repercusión en la investigación, en la docencia
universitaria, en la que han de participar también el alumnado con su mirada
como miembro de la comunidad. Si excluimos al alumnado de las decisiones
universitarias construiremos una
Universidad con grandes carencias democráticas.
La
participación ha de ir más allá del puro formalismo en las instancias oficiales
sino que se ha de potenciar una participación democrática en todos los aspectos
que se desarrollan en la universidad. Ello implica tener en cuenta el alumnado
en los planes docentes, en el desarrollo de todo tipo de actividades que van
más allá del contenido académico, en los procesos de discusión de las políticas
universitarias y potenciar su autonomía para generar nuevas miradas sobre la
Universidad.
Se
ha de potenciar mecanismos para promover la implicación del alumnado de tal modo que se les del protagonismo
educativo y social que les corresponde ya que se ha de superar la falta de
movilización del alumnado en los asuntos universitarios. Y su mirada y compromiso es imprescindible.
La formación del profesorado
universitario
También
es necesaria una buena formación docente
del profesorado, más allá de enseñar a elaborar planes docentes, rutinas administrativas
o estrategias de enseñanza elementales.
En
una nueva Universidad se ve, cada vez más, que la formación del profesorado
universitario, inicial y permanente, es necesaria e imprescindible si se pretende
mirar hacia un futuro diferente con una nueva forma de enseñar y aprender. Una
nueva Universidad que supere los viejos esquemas y las antiguas ideologías
académicas sobre la docencia predominantes desde hace siglos, y, hoy día,
mayoritariamente obsoletas.
El
profesorado universitario necesita adquirir competencias pedagógicas mediante
una formación inicial (sobre todo a los que se incorporan a la docencia
universitaria que se introducen en una determinada cultura laboral y que su
introducción debe ir más allá de asumir la rutina de esa cultura laboral)
y permanente que le ayude a gestionar el
proceso de aprendizaje el alumnado motivándoles y entusiasmándoles en su
trabajo y una actitud constante de
aproximarse a las fuentes de nuevos conocimientos. Un aprendizaje diferente en la sociedad actual cuando el
alumnado está anidado de tecnologías de la información y la comunicación.
La
formación es un camino que se ha de ir construyendo constantemente. Es
necesario continuar analizando y buscando alternativas a la formación docente
universitaria tanto inicial de acceso a la docencia como de la permanente a lo
largo de la carrera. Debemos analizar qué es lo que se transmite y se comparte
en la formación al profesorado en una época de cambios vertiginosos y con una
nueva concepción del aprendizaje.
Por
todo ello proponemos:
-
Mejorar el funcionamiento de
las Facultades y Departamentos (sobre todo el trabajo organizativo, la
comunicación, la autonomía, la participación (y no la participación artificial)
y la toma de decisiones entre los diversos agentes universitarios),
desarrollando y participando en programas en contextos colaborativos.
-
Promover una obligada formación
inicial al profesorado novel para su inserción innovadora en la docencia.
-
Generar procesos
institucionales por parte de las universidades para que el profesorado
desarrolle, más allá de los cursos estándar, un conocimiento pedagógico
profesional y un pensamiento práctico, es decir, un proceso continuo de
formación permanente, un análisis teórico, una adquisición de capacidades, un
contraste de ideas, una capacidad creativa de intervención.
-
Elaborar planes formativos que
aporten un conocimiento crítico de la realidad desde la perspectiva
psicopedagógica, cultural y práctica de la docencia en la Universidad.
-
Contribuir al desarrollo,
transferencia y a la difusión de
conocimientos cuestionando la legitimación oficial del conocimiento o de todo
conocimiento mecanicista, estrecho e insuficiente, y la necesidad de poner en
contacto a la comunidad universitaria con los diversos campos y vías del
conocimiento, de la experiencia y de la realidad. Es necesario y beneficioso
que la universidad desarrolle actividades culturales más allá del marco
estrictamente docente e investigador.
-
Aportar al profesorado
elementos para su autoformación innovadora (experiencias, publicaciones
pedagógicas, formación a distancia...).
-
Ayudar a elaborar proyectos de
innovación docente mediante equipos docentes.
-
Que sea la propia Universidad
que acredite al profesorado por méritos docentes e investigadores.
-
Introducir en los programas de
acreditación y acceso a la docencia
universitaria una mayor valoración de la docencia.
-
Desarrollar procesos para
aumentar la implicación del alumnado en todos los ámbitos universitarios.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada