El debate de la formación del
profesorado
A raíz de ciertos debates aparecidos en los diarios en este texto me quisiera centrar no tanto en partidarios o
no de la ambigüedad del término “nueva pedagogía” que utilizan algunos ya que
supongo que se refiere a la pedagogía progresista y menos responder a un
concepto de “antipedagogía” al menos que se interpreten los dos conceptos como
Paolo Freire de ir contra una educación bancaria o educación tradicional donde
hay una preocupación por el enseñar y no tanto por el aprender y que aún se
ejerce por desgracia en muchas escuelas e institutos. Y como estoy de acuerdo que debemos ser serios cuando
hablamos de esos temas quisiera referirme a la preparación del profesorado.
Desde mi punto de vista es cierto que hemos de
ser autocríticos y evidenciar que existe una dicotomía ya que por una parte
tenemos actualmente los mejores profesores que hemos tenido nunca ya sea por su
nivel de conocimientos (a pesar de ese intentar demostrar que no mediante la
noticia de las pruebas realizadas en la Comunidad de Madrid) como de su
compromiso con la complejidad de la educación actual y por otra es cierto que
existe una mala preparación endémica del profesorado de infantil, primaria y secundaria (a pesar del aumento de
un curso en infantil y primaria y el máster de secundaria) ya que no podemos
evitar pensar que en los últimos años detectamos una falta de conciencia de las
autoridades educativas de nuestro país
sobre la importancia de la formación inicial del profesorado de
educación infantil, de primaria y secundaria (no aparece de forma suficiente ni
en las criticadas leyes futuras) y por la casi desaparición de la formación
permanente que es realmente donde el profesorado acaba de consolidar muchos de
los conocimientos didácticos ya que se dan desde la posibilidad del trabajo en
la práctica. No ha habido y no hay suficiente
preocupación institucional de unificar criterios y menos establecer
metodologías de cambio. ¿Quiénes son los que forman hoy día a los maestros y
profesores? ¿Qué conocimientos y
metodologías utilizan? Persistir en esta actitud implica caer en el
peligro de una degeneración profesional de estos estudios manteniendo el ya
crónico bajo concepto profesional y social. Si analizamos muchos de los planes
de estudios podemos comprobar que son repetitivos en las estructuras
curriculares anteriores cuando la enseñanza y el aprendizaje se dan en unas circunstancias totalmente
diferentes en la sociedad actual. No ha habido un planteamiento serio de
cambiar las estructuras curriculares de la formación de maestros.
Los gobernantes de diversos países europeos se
lamentan que los candidatos a profesores no reúnen las condiciones necesarias
ni asumen la responsabilidad que deberían tener, pero paradójicamente en lugar
de establecer los criterios de mejora de esa profesión la reducen a una
profesión secundaria, incluso en relación con otras profesiones de servicio
social.
Es cierto que hay una gran disparidad de
criterios sobre la formación inicial del profesorado. En algunos países, entre
ellos el nuestro, prevalece aún la mentalidad de que la educación requiere una
menor formación (hasta se atreven a hablar de etapa asistencial la etapa de los
más pequeños). La ignorancia de los avances de las Ciencias de la Educación (no
de las opiniones sino de los avances científicos) respecto a la importancia de
la educación hace que los países la regulen con criterios atrasados y
obsoletos, infravalorando la formación de esos profesionales. Un país que no se
preocupa de la formación de sus maestros es un país condenado a una mala
educación. Y en eso parece que estamos.
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