¿Qué se le pide actualmente al profesorado?
Ya sabemos que cada época requiere una educación y un profesional de
la educación diferente, puesto que la profesión docente asume nuevas
funciones por el desarrollo social y científico. Y esto hace variar sus
competencias cómo hemos mencionado antes.
Si analizamos la literatura sobre el tema encontramos un exceso de
funciones que influirán en su profesionalización, por ejemplo la nueva
idea de mediador en el proceso de enseñanza-aprendizaje de grupos de
niños varios. O sea ser un educador más allá de ser instructor de los
conocimientos. Y esto dentro y fuera de la institución educativa.
Hoy en día, suplir o contrarrestar la educación que recibe u niño o
nina fuera de la escuela (intervenir enlo que se denomina ecología del
aprendizaje o educación expandida, o sea los aprendizajes que se
reciben fuera de la escuela) se tiene que hacer con la participación y
la intervención de los varios agentes educativos que interactúan entre
ellos. Aquí se añade el tratamiento de la diversidad como elemento
fundamental a aprender y el trabajo con la comunidad. Por ahora la
escuela necesita que otras instancias sociales y otros mediadores se
impliquen y le ayuden en el proceso de educar y de difundir sus valores.
Y esto comporta que la profesión se vuelva más y más compleja, que sea
mucho más que enseñar el que es básico y elemental a una minoría
homogénea, como en épocas pasadas, en qué el conocimiento y su gestión
estaban en poder de pocas manso, monopolizando el saber y una visión
determinada de las relaciones sociales. La profesión docente se tiene
que mover actualmente entre un delicado equilibrio entre las tareas
académicas y la estructura de participación social.
Por lo tanto, es imprescindible la coresponsabilitzación con otros
agentes sociales de la comunidad y la introducción de nuevos
profesionales a la enseñanza. Y esto también implica no únicamente
nuevas competencias profesionales sino más perfiles profesionales
dedicados a la educación: orientación, apoyo a necesidades específicas
del alumnado, educación e integración social, vertebración de la
educación en el ocio, etc.
El profesorado no puede rehuir de enseñar el mundo del pasado, lo
cual nos ha traído hasta el hoy, mientras mira hacia el futuro y todas
sus manifestaciones. Esta labor tiene que realizarse en la escuela y
fuera de ella. En la actualidad es muy importante enseñar a ser
ciudadano y ciudadana en un futuro que se dibuja diverso y complejo, y
las diversas sensibilidades en que se materializa: democrática, social,
solidaria, igualitaria, intercultural y ambiental; y ante una población
-alumnado, familias, vecinos, comunidad- imbuida de una forma de
entender la sociedad y las relaciones entre las personas, en una cultura
urbana, a veces de marginalidad, donde la educación -de todos los que
rodean la institución educativa- será fundamental para salir de la
exclusión social.
Sin olvidar que tiene que ser un conocedor disciplinario y curricular
además de planificador de actividades educativas, teniendo en cuenta la
diversidad de componentes que intervienen en el proceso educativo, la
realidad institucional y los obstáculos que los acondicionamientos
contextuales comportan.
Y también se pide con los colegas una actitud colaborativa y de
tolerancia profesional para trabajar con un equipo de personas y en un
contexto específico. El proceso de aprendizaje, al ser más complejo que
en el pasado, tiene que superar la fase en la cual se consideraba una
simple transmisión de conocimientos. La tarea colaborativa comporta
saber trabajar dentro del ecosistema educativo considerado como un
conjunto complejo de interacciones humanas.
Y además, se pide que sea un proponedor de valores. La dimensión
educativa de la profesión docente aparece aquí como fundamental para
desarrollar una conciencia colectiva con el fin de transformarla según
nuevos modelos de vida en vista del sistema de valores que se va
creando. Esta función comporta una tarea educativa compleja y a veces
contradictoria, puesto que la educación de los individuos no se
conseguirá únicamente mediante la simple interacción social, que en una
sociedad pluralista presenta aspectos altamente problemáticos, sino
también teniendo como referencia puntos de carácter y compromiso ético y
moral, ¿Qué otra cosa puede significar hablar de la enseñanza como
profesión moral si no poner de manifiesto el carácter no instrumental de
la enseñanza misma, es decir, el hecho que la enseñanza no tan sólo
implica habilidad y juicio, sino también deberes normativos inherentes a
la naturaleza humana y en los cuales se coincide con otros agentes
sociales que inciden en esta proposición de valores?
Todo esto nos trae a una necesidad, por parte del profesorado, de un
conocimiento más profundizado de si mismo (valores, creencias,
supuestos...), del entorno a su trabajo (social, político, cultural...),
del conocimiento y las destrezas que tiene que transmitir, de los
constructos teóricos de la enseñanza-aprendizaje y del currículum
(planificación, metodología, organización, materiales...).
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