dimecres, 6 de febrer del 2019

La profesionalización y la formación del profesorado como  herramienta imprescindible para el cambio educativo


Creo que es necesario al empezar  en aclararse con la terminología sobre los diferentes termas aplicados a la profesión docente. En primer lugar, diferenciamos entre el concepto profesión como una actividad laboral especializada dentro de la sociedad, el de profesionalidad (también a veces aparece olmo a profesionalismo) como ejercicio de la profesión de forma adecuada y según la deontología profesional y profesionalización como el proceso de adquisición de las características y capacidades específicas profesionales que se necesitan para ejercer la profesión. Consideramos que ser un profesional implica dominar una serie de capacidades y habilidades especializadas que nos hacen ser competentes en un trabajo determinado y que, además, unen a un grupo profesional. Adquirir una profesionalización se realizar un proceso socializador para adquirir estas competencias.
Pero analizar la profesionalización a la docencia implica una necesaria referencia a la organización del trabajo del profesorado dentro del sistema educativo y la dinámica laboral de la educación, con todo el que esto supone. La profesionalización está condicionada por esta dinámica laboral y su mejora comportará un cambio de esa dinámica laboral.
Si nos referimos al docente como profesional que realiza una actividad laboral será sinónimo de profesorado trabajador (hoy en día podríamos decir también trabajador del conocimiento por la tarea que ejercita). Un profesional que trabaja en una actividad de carácter público (no confundir una actividad con el puesto de trabajo que puede ser en varias tipologías institucionales o empresariales) que, educa a los otros, emite juicios y que toma decisiones muy importantes en circunstancias educativas, sociales, políticas y económicas. Un profesional que se enmarca en un contexto social, laboral y educativo que lo condiciona y que necesariamente requiere una formación específica en varias capacidades y una situación laboral que lo permita realizar bien el trabajo.
Tratar el tema de la profesionalización del profesorado nos tiene que traer a analizar cuál es el concepto de profesión que predomina en la sociedad actual: qué principios son derivados del entorno socioeconómico, de las creencias y valores y de las disciplinas científicas, así como del modelo profesional y de formación y de las funciones específicas del profesorado que han cambiado mucho en los últimos tiempos teniendo la necesidad de nuevas competencias instrumentales, pero, sobre todo, nuevas competencias sociales y comunicativas . Vendríamos a decir que la profesionalización desarrolla competencias profesionales y, por lo tanto, ayuda a crear una determinada identidad profesional.
Pero también encontramos trabas en el desarrollo profesional docente. Aunque las condiciones laborales no sean tan malas como hace años, ser profesor o profesora es una tarea ingente si se realiza con un mínimo de profesionalidad y muchas veces no reconocida. Existe el que podríamos denominar una perspectiva negacionista sobre todo en los medios  que perjudica su imagen social. Difícilmente los medios hablarán bien de los docentes; cuando surge la noticia, casi siempre es negativa. Tampoco beneficia que hacer de profesor o profesora es a menudo una tarea que se construye de una manera muy individual y silenciosa a las aulas, y esto a veces no beneficia al colectivo . Quizás por su relevancia social están en el punto de mira de los otros, pero únicamente cuando a estos otros los interesa centrarse en ellos y ellas por algún motivo, en muy pocas ocasiones por la actividad educativa en sí sino por algún fenómeno que comporta noticia periodística. Esta información negativa comporta un sentimiento de desamparo social de la profesión, un bajo autoconcepto identitario, una percepción de bajo prestigio social, una incomprensión sobre la tarea del profesorado y esto repercute en su percepción de la profesionalización tanto individual como colectiva.
Y la mejora de la profesionalización docente ayuda al profesorado a construir y reconstruir el desarrollo de la infancia y la juventud para que lleguen al máximo de sus capacidades y puedan vivir mejor. Y muchos lo hacen con la ilusión que las nuevas generaciones que ocupan las aulas puedan construir un mundo mejor. Esta es la verdadera finalidad de la educación: no tanto reproducir el que se ha hecho, aunque sea necesario conocerlo, como sobre todo avanzarse al futuro. Para lo cual hay que partir del momento presente, edificado con los planos del pasado, partiendo de él, y cambiando todo aquello que no ha sido útil para un mejor desarrollo de la humanidad. ¿Y cómo se va construyendo esta profesionalización?
 Podríamos decir que profesionalización es sinónimo de desarrollo profesional. Es cierto que es más de uso cotidiano y actual el término desarrollo profesional (posiblemente por la influencia anglosajona) puesto que incluye la trayectoria laboral del profesorado a lo largo de su vida profesional. Lo podemos considerar, desde mi punto de vista como sinónimos.
Un debate contemporáneo y una reflexión profunda sobre la profesionalización docente y su desarrollo profesional a lo largo de la vida comporta implicaciones políticas y se tiene que hacer teniendo en cuenta el papel del profesorado, y de toda profesión educativa, en el nuevo contexto social y cultural actual; en las nuevas competencias científicas y pedagógicas que se requieren en la profesión en esta sociedad llamada «postindustrial» o «del conocimiento»; en el análisis de las etapas formativas, inicial o permanente que puede tener, y el mejoramiento de las condiciones laborales y de clima a las escuelas y a los institutos. Y esto necesita una nueva manera de analizar como se adquieren estas competencias profesionales necesarias en los tiempos actuales. ¿Y qué tendríamos que ser y como adquirirlas?
Desde mi punto de vista, creo que hoy en día es necesario hacer una reflexión y un análisis sobre aspectos globales de la profesión docente que nos permitan tener una visión de conjunta del tema. Una reflexión global que estuviera por encima de los aspectos más técnicos de la profesión y que, a la vez, nos dieran elementos de mejora para introducir en las políticas y las prácticas de una nueva profesionalización del profesorado.
Y sin obviar el análisis de las políticas, de los currícula y de la organización de las etapas educativas con objeto de deducir las estrategias adecuadas en las competencias necesarias del profesorado que permita revisar las funciones profesionales del profesorado y las nuevas tareas que habrá que asumir dentro y fuera de la institución educativa.
Y también se tiene que tener en cuenta la situación laboral y la carrera docente del profesorado desde el punto de vista individual y colectivo, para ver cuáles son las mejoras que habrá que introducir para ejercer la profesión (acceso en el trabajo, relaciones laborales, retribución, evaluación del desempeño, etc.). Una profesión sin carrera se una profesión abocada a la desmotivación profesional.
Todo esto nos permitiría concretar funciones, competencias y proceso de profesionalización para dar respuesta, no de forma tradicional y reproductora, sino de forma alternativa y de prospectiva de futuro a la práctica profesional, a las necesidades del profesorado, al alumnado y la sociedad.


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