diumenge, 9 de març del 2014



Poco se  puede añadir a lo que los medios de comunicación han dicho sobre la “nueva” Ley de educación LOMCE mal llamada Ley Wert ya que sería más adecuado llamarla Ley del PP  debido a que en su texto representa muy claramente las diversas ideologías que tiene en su interior el actual partido en el gobierno del Estado y está pensada para ellos. Pero no únicamente es preocupante el contenido de la Ley, que lo es y mucho, sino el que la mayoría de partidos de la oposición y  de la comunidad educativa lleguen al acuerdo que es una ley nacida muerta y con altas posibilidades de ser derogada en el momento de un cambio  de fuerzas políticas.
Esta futura derogación nos lleva a una reflexión sobre el cambio constante de las leyes educativas y la imposibilidad de llegar a pactos nacionales sobre tan importante tema. Seguramente un pacto entre todas las fuerzas educativas y sociales ayudaría más a evitar el fracaso escolar que la Ley utiliza como argumentario básico que  separar a alumnos de la enseñanza obligatoria hacia una formación profesional básica. Es cierto que se puede salir mejor evaluado en los informes internacionales ya que si separamos al alumnado con dificultades de aprendizaje no saldrán en la estadística. Pero será un espejismo que no conduce a lo que se pretende. Y comporta el efecto colateral de volver a denigrar la formación profesional tan importante para el país.
El Sistema Educativo no necesita nuevas leyes sino cambios educativos que no mareen a toda la comunidad social y educativa. Un pacto de lo esencial sería fundamental y dejar a los sucesivos gobiernos ir adaptando la educación a los nuevos tiempos. Y siempre mirando hacia delante no hacia atrás como hace esta ley para contentar a grupos sociales determinados.

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