dilluns, 18 de febrer del 2013


Formación, desarrollo de la profesión docente  y recursos educativos

Estoy muy cansado que en el campo de la formación del profesorado se confunda formación con desarrollo profesional. Últimamente vuelvo a leer mucho de eso. En primer término querría decir que aunque en algunos textos, formación y desarrollo profesional del profesorado, aparecen como sinónimos no es el mismo. El desarrollo profesional es más que la formación. Por mí el desarrollo profesional del profesorado es el producto del desarrollo pedagógico que va adquiriendo a lo largo de su vida el profesorado, el conocimiento y comprensión de si mismo como profesor o profesora, el desarrollo cognitivo y emocional que hace solo y con sus compañeros de escuela y al desarrollo teórico ( o sea las concepciones que va asumiendo) sobre los aspectos educativos, y todo esto enmarcado, o añadiéndole, una situación contextual y laboral que permite o impide el desarrollo de una carrera docente que aún no tenemos en primaria y secundaria y de una forma de ser maestro y ver la educación de los niños y adolescentes.

Ya hace tiempo que argumento que, la profesión docente se desarrolla por muchos factores no únicamente la formación: se desarrolla por su salario, la demanda del mercado laboral y profesional, la categoría docente que da la administración, el clima laboral en los centros donde se trabaja, la promoción dentro de la profesión, la especialización, las estructuras jerárquicas que uno se encontrar en el centro y en el territorio, la carrera docente oficial, los compañeros que encuentra, etc., y, por supuesto, por la formación inicial que hizo y la formación permanente que esta persona va realizando a lo largo de su vida profesional que ayuda a algunos de estos elementos y otros personales. Por lo tanto, el desarrollo profesional es un conjunto de factores que posibilitan o impiden que el profesorado avance en su vida profesional y personal puesto que se difícil su separación. Todo ayuda e impide el desarrollo. La mejora mediante la formación ayudará a este desarrollo pero la mejora de los otros factores (salario, estructuras, niveles de decisión, niveles de participación, carrera, clima de trabajo, legislación laboral…) también y de forma muy decisiva. Podemos realizar una excelente formación y encontrarnos con la paradoja de un desarrollo cercano a la proletarización del profesorado (o sea hacer el trabajo a desgana, mal retribuida, de baja consideración social, sin estímulo y por obligación) porque los otros factores no están suficientemente garantizados en esta mejora personal y profesional.
De aquí que un posible concepto de desarrollo profesional del profesorado puede ser el de cualquier intento de mejorar la práctica educativa y laboral, creencias y conocimientos profesionales y personales, con el propósito de aumentar la calidad docente, investigadora y de gestión solo y conjuntamente con los compañeros del centro con el fin de mejorar el aprendizaje del alumnado (fin fundamental de la formación y el desarrollo profesional y aquí se encuentran los dos).
En conclusión, la formación es un elemento importante de desarrollo profesional pero no el único y, quizás muchas veces, no el decisivo.

Por lo tanto, el desarrollo del profesorado es un proceso dinámico, en el cual los dilemas que tenemos con la administración, a las aulas y con los compañeros, las dudas de como hacer los procesos educativos y administrativos, el trabajo conjunto en las escuelas y la divergencia entre los compañeros llegan a constituirse en aspectos importantes del desarrollo profesional (ya sea individual o colectivo). O sea que además de todo el que se ha dicho antes, una acción fundamental del desarrollo profesional se el contacto con los colegas y el contexto donde se desarrolla el trabajo. Aprender de ellos y con ellos en un contexto determinado: la escuela.
Y actualmente con la excusa de la crisis y los recortes educativos el desarrollo profesional está muy castigado (tanto el individual como el colectivo o institucional) y en lugar de pararnos o aceptar las consecuencias es necesario reivindicar viejos y nuevos sistemas laborales y nueva formación que requiere el profesorado para llevar a cabo su profesión al siglo XXI con los problemas y retos nuevos que han ido aparecen, y de aquellos aspectos laborales y de aprendizajes asociados a los centros educativos como institución donde trabajan un colectivo de personas y que no pueden ser menospreciados por una política de ahorro o mezquina. Puesto que esto trae una peligrosa bajada del desarrollo profesional y una parada de la formación permanente. Y la formación se legitima cuando contribuye a un desarrollo profesional del profesorado en el ámbito laboral y de mejora de los aprendizajes profesionales tanto individuales como colectivos. Si no sirve por esto entonces si que se derrochan recursos.  Y ahora el gobierno eliminado la formación del profesorado no ahorra sino que derrocha recursos que padecemos a medio plazo.

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