diumenge, 14 d’abril del 2013



Ser maestro hoy día

Ser maestro, maestra,  profesor o profesora  siempre ha sido una tarea laboriosa y difícil aunque mucha gente no se lo crea. De hecho, una tarea difícil es ser un buen maestro o una buena maestra y enseñar bien. Aunque en el imaginario colectivo y político hay la idea que se trata de un trabajo sencillo porque se trabaja con niños o adolescentes, con muchas fiestas y vacaciones y de fácil quehacer. Pero lo  cierto es que la educación de los niños y adolescentes siempre ha sido una tarea ardua y hoy día más compleja. Cualquier persona que entre en una aula podrá comprobar que ponerse ante muchos niños y niñas o mejor aún, adolescentes, no es coser y cantar, sino que se trata de una tarea laboriosa, de conocimientos de muchos aspectos y como decíamos de una complejidad creciente. Y también de un trabajo paciente, si se hace bien. Y, a lo largo del siglo XXI la sociedad se ha hecho más compleja y, por lo tanto, hacer de maestro también ha asumido, todavía más, grandes cotas de complejidad (y a veces, en algunos lugares de peligrosidad).

La profesión de profesorado trae a una cotidianidad invisible puesto que se tiene que establecer una difícil convivencia entre vivir la realidad de lo que nos rodea para introducirla en las lecciones y en la vida de las aulas de cada día, recordar el pasado porque los niños y adolescentes reconstruyen y eduquen su propia inteligencia a partir del que fue creado, y proyectarse al futuro con la intencionalidad de que las nuevas generaciones puedan crear un mundo mejor, Para ellos y para todos.

Y esta complejidad vale para todo el profesorado desde los que tienen niños y niñas pequeñas con funcionas más cercanas a la asistencia vital, hasta los que los tienen más grandes con funciones más de preparación para la vida cotidiana o profesional. Todos sufren una angustia de pasar de las viejas funciones de hacer de “maestro de escuela” o de primeras o segundas letras a las nuevas funcionas que le pide la sociedad que rodea la escuela o el instituto. 

Durante el siglo XXI (ya empezó a finales del siglo XX), ha habido un gran cambio radical y vertiginoso de las estructuras científicas, sociales y educativas que son las que dan espaldarazo y sentido al carácter institucional del Sistema Educativo (se educa para el mañana) y la evolución acelerada de la sociedad en sus estructuras materiales, institucionales y formas de organización de la convivencia familiar, modelos de producción y distribución e conocimiento (Internet, redes, teléfonos, etc.), que se reflejan en el cambio inevitable de las formas actuales de pensar, sentir y actuar de las nuevas generaciones y han hecho cambiar el papel de las escuelas (o deberían hacerlas cambiar) y las funciones del profesorado.

El siglo XX fue un siglo de cambios vertiginosos, donde muchos maestros y maestras fueron poniéndose al día para ir asumiendo nuevas funciones educativas y sociales y eso se ignora. Nada de ello se tiene en cuenta cuando nos quieren imponer una ley que posee un alto nivel de despropósito.

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