dimarts, 13 de juny del 2023

 

¿Qué pasa con la carrera y el estatuto docente?

No puede ser que el desarrollo profesional del profesorado se realice solo verticalmente, sacándolo de su ambiente de trabajo. Convirtiendo además la carrera profesional en una simple aspiración de promoción individual en vez de un desarrollo colectivo y con la finalidad de mejora social y bien común.

Hace 11 años en el Manifiesto: Por otra política educativa decíamos: “La carrera docente es un tema recurrente desde hace varias legislaturas y no se ha llevado nunca a cabo.” 

Y durante este tiempo lo hemos ido analizando y reivindicando en diversos textos donde decíamos que los marcos regulatorios sobre la carrera docente suelen estar vinculados a la formación y son mucho más detallados y prescriptivos cuando se trata de regular el ascenso en la carrera docente.

Las condiciones de trabajo y salariales tienen que estar muy reguladas para no dar lugar a conflictos de intereses. Esto hace que la formación permanente se termine regulando de forma credencialista, sin mayor atención a sus contenidos o a los efectos de dicha formación, como ha ocurrido con los sexenios regulados en nuestra legislación, en los que solo se tiene en cuenta el número de horas cursadas. Por ello, nuestra propuesta es no vincular toda la formación permanente a la carrera docente y desarrollar esta sin estimular el credencialismo, solo dirigida a actualizar y mejorar la calidad del trabajo docente.

Y en las 24 propuestas de reforma para la mejora de la profesión docente del Ministerio de Educación y Formación Profesional de enero del 2022, el concepto de carrera docente aparece en muchas de las propuestas.

Pero seguimos igual. Parece que son de aquellos temas educativos que se han dejado de lado porque se piensa que nunca llegarán, no interesan o que están desfasados. Es uno de los temas del que Fromm diría que forman parte de la locura de la esperanza, o sea, aquellos temas que son deseables siempre, que todo el mundo busca y anhela con deseo, pero que nunca llegan. ¡Hay tantos en la educación!

La actual carrera del docente es plana, o sea con poca promoción y estímulo. Si cualquier docente quiere promocionar o mejorar, lo tiene que hacer fuera de la escuela o el instituto, accediendo a profesiones educativas diferentes a la de dar clases (inspector, profesor de Universidad, asesor psicopedagógico, orientador, asesor en la administración educativa, etc.). La carrera actual no desarrolla a la persona como profesional, ni a la persona como miembro de un centro educativo, puesto que no mejora su situación laboral, el conocimiento profesional, ni las habilidades y actitudes de las y los trabajadores de la escuela.

Sin embargo, existen alternativas y desde hace tiempo. Decíamos que la carrera del profesorado, su desarrollo profesional debería tener dos ejes: vertical y horizontal.

Vertical (lo más usual en las carreras profesionales) es la posibilidad de promocionar hacia puestos de nivel diferente: inspección, asesoramiento externo, administración, Universidad etc. Son cargos que potencian un desarrollo profesional fuera de la escuela. La persona tiene que dejar la práctica para asumir el nuevo cargo, normalmente más retribuido, sin alumnado de primaria o secundaria y con un mayor prestigio social, dentro del prestigio que suelen asignarse a las profesiones educativas.

La promoción horizontal es aquella que permite al profesorado desarrollarse dentro del Sistema Educativo más práctico, o sea dentro de las escuelas e institutos. Únicamente encontramos aquí el cargo de pertenecer al equipo directivo (pasajero y que muchas veces más que un desarrollo se considera un castigo) o pasar de primaria a secundaria.

El desarrollo profesional de una profesora, ponemos, por ejemplo, que, a lo largo de su trayectoria profesional mediante formación, asistencia a congresos, innovaciones, publicaciones, etc., tiene una promoción sin dejar la escuela o instituto. O sea, su estatus debería ser el mismo que aquel o aquella que un día optó por marchar, por salir de la escuela. La promoción horizontal permitiría que se quedaran muchas personas valiosas en las escuelas y ganaría el Sistema Educativo con personas de más calidad.

También, dentro de este sistema promocional horizontal, se encontraría el profesorado de larga trayectoria educativa y solvencia probada, que acompaña a los jóvenes en las primeras prácticas (mentores o mentoras), asumiendo tareas de asesoramiento a centros u otras tareas no directamente relacionadas con la docencia, pero dentro de la escuela.

Una carrera profesional horizontal potencia un mejor desarrollo docente, sobre todo, en aquellos que quieren quedarse en las escuelas y continuar trabajando por la innovación. No puede ser que el desarrollo profesional del profesorado se realice solo verticalmente, sacándolo de su ambiente de trabajo. Convirtiendo además la carrera profesional en una simple aspiración de promoción individual en vez de un desarrollo colectivo y con la finalidad de mejora social y bien común. No obstante, tanto la promoción horizontal como la vertical son compatibles y, por lo tanto, se completan. La carrera docente es, de facto, una interacción entre ambas.

Y repetimos nuestras propuestas que, desde hace años, venimos defendiendo: Un estatuto docente, que debería desarrollar un conjunto de estímulos y desafíos que construyan un entorno personal y profesional que sea atractivo para quien se interese por la educación y se plantee como reto su desarrollo profesional.

Para ello hay que partir de nuevas políticas educativas, con acuerdos flexibles (no demasiado tasados), de tal forma que no conviertan el desarrollo profesional en tareas burocráticas y poco ilusionantes. Ha de propiciar la confianza en los y las docentes y en su trabajo, y dotarles de una mayor autonomía, una mejor formación y un mayor apoyo institucional y de recursos y medios para el desarrollo de su trabajo.

Algunos de los componentes que se deberían fomentar y se deberían tener en cuenta en esta carrera profesional serían:

  • Desarrollo de su experiencia profesional.
  • Elaboración y/o participación en proyectos de investigación e innovación, en su desarrollo y puesta en marcha.
  • Identificación de campos problemáticos en la institución escolar y la construcción de dispositivos que favorezcan soluciones.
  • Participación en el diseño y desarrollo curricular estatal y autonómico, en el de los centros educativos, así como en la construcción de materiales escolares.
  • Compromiso y participación en proyectos de desarrollo comunitario.
  • Planes de mejora profesional y experimentación de propuestas de innovación.
  • Sistemas de mentoría en el acompañamiento del profesorado novel y en formación.
  • Participación e intercambio con otros centros nacionales e internaciones de experiencias docentes y pedagógicas.
  • Formación permanente dentro de su horario lectivo.

Una mejora de la docencia requiere la regulación de las condiciones de trabajo del profesorado que permita el establecimiento de ratios, grupos, horas de clase, reducciones horarias y condiciones generales de trabajo y la formación del profesorado, los derechos que le asisten en la formación permanente y los incentivos profesionales (como por ejemplo años sabáticos de formación).

Se deben establecer con claridad las obligaciones y derechos del profesorado clarificando su papel como educadores y educadoras. No se puede seguir intentando considerar exclusivamente como trabajo docente las horas directas con el alumnado en la clase, sino incluir las tareas externas, la colaboración entre el profesorado, la tutela del alumnado en formación o novel, la preparación de clases, la formación y todas las tareas que formen parte de la docencia.

El reconocimiento del trabajo del profesorado es independiente de las políticas de ascenso de un cuerpo a otro, pues este mecanismo de promoción tiene otros alicientes y otras motivaciones.

Con la creación de un cuerpo único de profesorado se evitaría en parte este ascenso vertical en el sistema educativo. Un nuevo sistema de formación inicial que garantizase una formación equivalente y en parte común para todo el profesorado sería la antesala de este cuerpo único.

Los puestos de trabajo docente han de mantener el contacto con el aula en cualquiera de sus formatos y variedades. Se suelen remunerar los puestos de trabajo que ocupan (direcciones, mentorización, etc.) y no a las personas y las actividades que éstas desarrollan.

La carrera y el Estatuto profesional docente visto como parte importante del desarrollo profesional del profesorado es necesario, aunque parezca un tema olvidado en cada legislatura. Tenemos que volver a plantearlo en los debates y en las reivindicaciones políticas y educativas.

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