Versión
castellana publicada a Diari de l'Educació del 15.09.2014
Tenemos que
continuar luchando por una educación pública que nos traiga a una verdadera
escuela pública
Francisco Imbernón
Ahora que empieza el curso, en que la LOMCE se
va introduciendo, creo que es bueno hacer un ejercicio sobre qué es la
educación pública. La que la LOMCE quiere derrocar con sus propuestas.
Si analizamos el
nacimiento de la educación pública y nos centramos en Europa, encontramos un
francés, Condorcet, que en 1792 escribió Informe
y proyecto de decreto para la organización general de la instrucción pública. En Condorcet encontramos los principios
iniciales de la educación pública que todavía son muy actuales:
- La laicidad del
currículum.
- Educar
ciudadanos autónomos.
- Educar a todo y
en todas las edades.
- La separación
escuela-iglesia-poderes.
- La igualdad en
el acceso a la educación de hombres y mujeres.
- El no
sectarismo de las minorías.
Y también una
educación pública comportaba que no podía ser que la enseñanza estuviera en manos
de la Iglesia y que los niños fueran educados no por religiosos, sino por
laicos. También que era necesario que el Estado se ocupara de sus ciudadanos
creando un Ministerio. Empezaba el que se ha denominado una educación pública y
general, o sea, para todos. Y en contra del absolutismo y a favor de las
repúblicas (siempre ha existido relación entre educación pública-república y
democracia). Y se defenderá el que es público, el que es de todos y para todos,
abogando por una educación pública no clasista ni segregadora para promocionar
y defender la democracia de los pueblos.
Y estos
principios de educación pública se están incumpliendo en la escuela pública que
quieren las actuales leyes. En estos
últimos años tenemos políticas educativas neoliberales o, el que se ha venido a
denominar, la modernización conservadora, que más bien se imponen, sin aceptar
negociaciones y no con la mirada de la educación pública. Y esto puede ir
hundiendo, poco a poco, la educación pública y podemos volver a una escuela
estatal desprestigiada.
Por eso es
comprensible y necesaria la construcción de barreras, de reivindicaciones
educativas sobre lo público, puesto que nos jugamos un futuro democrático y
participativo de hombres y mujeres libres. En lugar de aceptar las viejas ideas
y concepciones del pasado como si fueran actuales, tenemos que luchar para
comprender, interpretar y construir, desde nuestro lugar, sea qué sea, una
educación pública diferente y que nos traiga a una verdadera escuela pública.
Hay que revisar
los viejos referentes y buscar de nuevos que nos permitan continuar
reivindicando una escuela verdaderamente pública. Sin estos referentes es
imposible apuntalar alternativas y es fácil, ante el desaliento, volver a
referentes conocidos (o sea, a la rutina y a la degradación) que es el que
quieren ciertas ideologías. Una nueva visión de la educación pública y también
recuperar los viejos ideales son necesarios para ir construyendo una verdadera
escuela pública que proporcione a los ciudadanos y ciudadanas las capacidades
que les permitan comprender e interpretar la realidad, hacer una lectura
crítica de los acontecimientos y del entorno comunitario.
La educación
pública, mediante la escuela pública, tiene que ser capaz de proporcionar
elementos para lograr una mayor independencia de juicio, de deliberación y de
diálogo constructivo. Tiene que ser capaz de ayudar a transformar las
relaciones de las personas con la sociedad a la busca de procesos de justicia.
Tenemos que
continuar reivindicando una educación pública que nos lleve a una escuela pública para aprender a vivir
juntos para la construcción de una verdadera democracia. Ser ciudadano o
ciudadana es un proceso que se puede generar a través de la educación y la
cultura y, por lo tanto, a ser ciudadano o ciudadana se aprende y puede ser
enseñado. El derecho a la ciudadanía representa el derecho a la libertad, a la
democracia, a una nueva manera de vivir el sistema social. Y esto hace la
educación pública sin adoctrinamiento partidista, sin exclusión pero con
pasión.
Y para
desarrollar todo esto, el Estado tiene que ser garante del que es público y no
únicamente defender los “suyos” principios ideológicos y también tendría que
invertir más en la educación pública, puesto que es el futuro de las naciones,
de los ciudadanos responsables y de educar todo un pueblo en la participación y
el respecto a los otros.
Los que creemos
todavía en los principios de la educación pública, tenemos la obligación de
continuar trabajando y luchando porque la escuela sea verdaderamente pública. Ella
garantiza el derecho de la educación de todos y todas y cubre las necesidades
de la población con eficacia y calidad, porque todo el mundo pueda recibir el
máximo de oportunidades en todas las facetas de su vida. O sea, una educación
pública que traiga a una escuela pública que prepare personas para luchar y
defender por una verdadera democracia participativa.
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