El informe Tales: evaluación e informes, dos constantes educativas en los últimos tiempos
No estamos en contra de la evaluación, pero que sea de todo tipo: del profesorado, del centro, de la inspección y de la administración, o sea, de todos los elementos del Sistema Educativo. Una evaluación democrática y sistémica
Francesc Imbernón
Publicado el 2 de julio a Diari de l'educació: http://diarieducacio.cat/author/fimbernon/
TRADUCCIÓN
Ya sabemos que el campo de la educación se mueve, muchas veces, por modas. Y una de las últimas es la evaluación y los informes que hacen organizaciones internacionales. Y ahora se ha vuelto al tema con la publicación del reciente informe TALES de la OCDE, sobre las condiciones de la enseñanza y aprendizaje a secundaria, donde se incide en el tema de las evaluaciones del profesorado y otros aspectos de los centros.
Y empiezan a aparecer interpretaciones de políticos y de mediados de comunicación. Algunas pretenden ser constructivas y otras traer el agua a su molino. Ya dice el informe en la introducción que las respuestas de profesorado y directores son subjetivas, faltaría más, puesto que se hace en un cuestionario de papel y lápiz cerrado, que ya se sabe en el ámbito de la búsqueda que tiene ciertas limitaciones sobre sus conclusiones. Un cuestionario escrito muchas veces se responde más para ser políticamente correcto que no para decir la verdad de lo que pasa. Esto no obvia que bienvenida sea cualquier reflexión sobre la enseñanza si esto permite mejorar la educación de los adolescentes en este caso, que ya sabemos que es la etapa que se está “sufriendo” más.
Y ahora damos un vistazo al informe. El primer dato que llama la atención es que uno de cada cuatro profesores de la mayoría de los países pierde al menos 30% del tiempo de enseñanza debido a la conducta perturbadora de los estudiantes o de las tareas administrativas, y en algunos se eleva al 50%. ¿Esto es culpa del profesorado cuando la administración mira ninguno otro lado ante la diversidad del alumnado? Ya dice el informe que el personal pedagógico de apoyo y el equipamiento es inferior a la media de la OCDE.
También encontramos una cosa evidente que ya se sabe hace tiempo: el profesorado que tiene un más alto desarrollo profesional tiende a estar mejor preparado para enfrentarse a los retos de la enseñanza. Y aquí estamos bajos de desarrollo. Esto es evidente, puesto que se está eliminado brutalmente la formación permanente y no hay carrera docente. ¿Es culpa del profesorado? Después dice que el profesorado español tiene una idea de la enseñanza a favor de la transmisión directa y no constructivista y que colaboran poco entre ellos. ¿La formación, la carrera docente con un buen estatuto docente, la modificación del acceso a la profesión y los incentivos no ayudarían a cambiar a esta concepción histórica y cultural de la secundaria?
Ahora bien, algunas interpretaciones, sobre todo algunos medios, han puesto énfasis en que nuestro profesorado no se le evalúa y no digo que no sea cierto, pero el que no dicen es una conclusión del informe: que la evaluación del centro y la evaluación del profesorado muestran escasa relación con el ambiente de las aulas. La evaluación del centro tampoco se asocia de forma destacada con la eficacia del profesor. Por eso Finlandia está después del Estado Español en estas evaluaciones. No estamos en contra de la evaluación, pero que sea de todo tipo: del profesorado, del centro, de la inspección y de la administración, o sea, de todos los elementos del Sistema Educativo. Una evaluación democrática y sistémica ayudaría a mejorar la enseñanza. Seguro. Pero quien pone el cascabel al gato?
Y vuelve a salir la autonomía del centro que dice el informe que tenemos menos de la media de la OCDE, y también el debate sobre la dirección escolar. Algunos ya se frotan las manos para volver a decir que es necesario una dirección “profesional”. No se ha demostrado todavía, ni el informe lo demuestra, que un director o directora profesional haga mejorar en el centro, sino el que se demuestra es que la formación de la dirección y su liderazgo pedagógico el que mejora el centro y no el ser un director de recursos humanos.
También se ha hablado de la percepción del reconocimiento, puesto que sale que se tiene una sensación de falta de valoración (no de satisfacción del trabajo hecho), y aunque la sociedad valore al profesorado como dicen las encuestas sociológicas, no podemos evitar pensar que ¿como se puede sentir un profesorado que ha estado en los últimos años castigado por los recortes, las propuestas agresivas de la administración y ser chivos expiatorios de la crisis económica?
Y para acabar, se tiene que decir que la muestra del Estado español es de 3.339 profesores y profesoras y 192 directores y directoras. Ya sabemos que la muestra puede ser suficiente estadísticamente para dar datos cuantitativos mediante una encuesta, pero no permite extraer conclusiones para legitimar políticas publicas, ni generalizar determinadas prácticas educativas del profesorado. Es un informe más. A tener en cuenta pero relativizando sus datos.
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