EL PAIS. 25/04/2014
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Cualquier titulado no vale para ser maestro |
Madrid
se queda sola en su idea de abrir las aulas de primaria a graduados de otras
carreras
Aprender
a enseñar requiere, además de conocimientos, una capacidad pedagógica
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PILAR ÁLVAREZ
ELISA SILIÓ
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Pasar de ser alumno en una facultad a enfrentarse a un aula repleta de
niños de primaria sin una preparación específica. La última propuesta sobre
la carrera docente, con la que la Comunidad de Madrid se ha quedado sola, ha
reavivado el viejo y no resuelto debate de la formación de los maestros
españoles. El presidente regional madrileño, Ignacio González (PP), se
descolgó esta semana con la idea de pedir al Ministerio de Educación que
distintos titulados universitarios puedan dar clases en las aulas de infantil
y primaria sin necesidad de formarse en las facultades de Educación.
Diferentes expertos, los sindicatos educativos y hasta el propio ministerio
le han enmendado la plana. España tiene una asignatura pendiente en la
preparación de sus docentes, uno de los pilares para avanzar en la calidad de
la educación que señalan como solución multitud de informes internacionales.
Pero los cambios que defienden los especialistas no pasan por retomar
fórmulas que se desecharon hace más de dos décadas.
“Ningún país de Europa deja entrar en sus aulas a maestros sin la
titulación adecuada. Es una vuelta al pasado”, señala Francesc Imbernón,
catedrático de Pedagogía de la Universidad de Barcelona y director del
Observatorio Internacional de la Profesión Docente.
“Un docente sin titulación
específica es volver al pasado”, dice un experto
Imbernón considera el anuncio de la Comunidad de Madrid “una barbaridad”
sin base documental en ninguna investigación conocida. “Esa propuesta supone
decir que no son necesarios los conocimientos psicopedagógicos para enseñar.
Se trata de un planteamiento que demuestra una total ignorancia del
conocimiento profesional que hacen los docentes”. El presidente Ignacio
González aludió a titulados concretos como filólogos o historiadores en su propuesta,
enunciada el mismo día que acordó cambios en el acceso a los grados de
Educación con casi todas las universidades madrileñas. Esa idea quizá venía
espoleada por un problema interno. Hace años que Madrid mantiene un pulso
particular con la selección de maestros para sus centros bilingües en inglés.
Antes de que la nueva LOMCE diera carta de naturaleza a sus procesos,
contrató a dedo a docentes nativos saltándose todos los procedimientos,
argumentando que le faltaban especialistas de inglés para la red de escuelas
bilingües.
Pero una cuestión es reforzar las plantillas para dar inglés y otra es un
salto que devolvería el acceso a la carrera docente al punto en el que se
encontraba hace más de dos décadas, cuando en España se podía ser maestro sin
el paso previo por las facultades de Magisterio. La responsabilidad de educar
a los menores recae ahora más que nunca en la escuela y sus docentes. Retos
como la atención a la diversidad, la vigilancia de los conflictos en las
aulas o la relación con los padres requieren unas habilidades específicas, a
decir de los expertos consultados, que van más allá de los conocimientos
teóricos sobre las materias, en los que se ha enfocado la Comunidad de Madrid
desde que el 86% de sus opositores a primaria suspendieron en 2012 un examen
de conocimientos básicos incluido ese año en las oposiciones a maestro. En
línea con su presidente regional, la consejera madrileña de Educación, Lucía
Figar, considera que el temario de las oposiciones para entrar en las aulas
de primaria otorgaría a estos licenciados suficiente formación para enseñar a
los niños. Figar recordó que en las oposiciones a maestro hay que prepararse
“más de 100 temas de pedagogía, psicología y didáctica”.
“El niño necesita didáctica, no
una lección magistral”, añade otro
Pero hasta la secretaria de Estado de Educación, FP y Universidades,
Montserrat Gomendio, consideró ayer “importante” garantizar que los maestros
sigan teniendo formación generalista y no sean especialistas solo en una
materia, ya que imparten a los alumnos todas las asignaturas.
La secretaria de Estado explicó, tras reunirse en una conferencia
sectorial con los responsables educativos de las comunidades autónomas, que
la Ley Orgánica de Educación (LOE) indica, en un punto que sigue en la actualidad
vigente, que los maestros deben tener titulación de Magisterio o equivalente,
“no en el sentido de que sea un título de grado universitario sino de que sea
una titulación que dé una formación generalista”.
“Sería importante garantizar que los maestros continúen teniendo esta
formación generalista”, destacó Gomendio, quien sí consideró que “a lo mejor
hay otro tipo de titulaciones que también dan este tipo de formación
generalista”. El borrador del articulado del Estatuto Docente, que el
ministerio debatirá con los sindicatos la próxima semana, también recoge que
para ingresar en el cuerpo de maestros serán “requisitos indispensables” el
título universitario de grado en Infantil o Primaria.
“¿De qué sirve tener un físico nuclear en una clase de niños de seis
años? ¿Va a ser capaz de enseñarles a leer?”, se pregunta Francisco García,
secretario general de la Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras. “El
stock de conocimiento se duplica cada 15 años y lo que hay que enseñar es
aprender a aprender”. “Lo importante no es que un niño de ocho años reciba
una lección magistral de un catedrático, sino que le dé clase alguien con
conocimientos de pedagogía, didáctica y psicología”, añade Carlos López
Cortiñas, responsable de Educación de UGT.
El futuro Estatuto Docente incluye
la necesidad del grado de Magisterio
La idea de González tampoco convence a las autonomías de la oposición.
“No voy a hablar como consejera de Educación de Asturias, sino como profesora
de secundaria. Los que somos licenciados de carreras disciplinares —como
Filología o Matemáticas— estamos bien en secundaria, pero no pintamos nada en
primaria o infantil, donde más que conocimientos se requiere una preparación
específica”, opina Ana González. “Cada carrera define una formación y con esta
propuesta es como si se pretendiese que un aparejador dictase juicios
públicos”, sostiene en la línea Manuela Armas, viceconsejera canaria.
Madrid y Cataluña han aprobado las primeras medidas para cambiar la
formación de los docentes. Pero las dos comunidades se han centrado de
momento en el acceso a la carrera. Madrid exigirá en la próxima Selectividad
que los aspirantes a maestros obtengan al menos un 5 en el examen de Lengua o
un 9 sobre 14 de nota media. Todas las universidades madrileñas, menos la
Complutense, acordaron implantar una prueba de acceso específica de
conocimientos básicos, cuyo contenido está por determinar, a partir de 2015.
Cataluña aprobó ya en enero medidas similares. El curso próximo los
aspirantes a maestro de esta comunidad deberán obtener al menos un 4 en el
examen de Lengua Catalana y Castellana en Selectividad. En 2015 incluirán
también una prueba de acceso específica.
Endurecer el acceso a los grados es un primer paso que Madrid y Cataluña
quieren continuar con una posterior modificación de los planes de estudio y
con cambios en el practicum, el programa de prácticas que los alumnos hacen
en los centros de infantil y primaria durante la carrera.
El Ministerio también defiende una
“formación generalista”
El paso de los aspirantes a maestro por las aulas es la piedra angular
del debate, un aspecto en el que han coincidido incluso los dos principales
partidos políticos, PSOE y PP, convencidos de que a enseñar se aprende sobre
todo enseñando. “Ser maestro es una formación profesional que se adquiere
principalmente en el aula, lo que convierte la parte práctica del aprendizaje
en la más importante”, considera Antonio Moreno, exdirector del Instituto
Superior de Formación del Profesorado. El practicum forma ya una parte
importante del aprendizaje en los grados de Educación, pero con una
aplicación y una supervisión que no siempre resultan efectivas. “En la
mayoría de los colegios a los que acudo me dicen que casi ningún tutor de la
facultad de Educación se presenta con sus alumnos para supervisarlos”, añade
Moreno, que también es catedrático de Didáctica de las Ciencias en la
Universidad Complutense de Madrid.
Ese concepto de aprender enseñando impregnó los programas electorales de
2011 de los dos partidos políticos mayoritarios. Tanto PSOE como PP
insistieron en que se aplicara a la formación inicial del profesorado un
modelo similar al MIR (Médico Interno Residente) para prestigiar la profesión
y conseguir “a los mejores”, como han insistido desde uno y otro bando de la
vida política. Una vez superada la carrera, en ese MIR para docentes, los
aspirantes deberían acceder mediante un examen a los centros superiores de
formación del profesorado dependientes de las universidades, con un número
limitado de plazas en función de la previsión de las necesidades futuras de
maestros.
Madrid y Cataluña han aprobado
cambios para el acceso a la carrera
La fórmula incluía un año de formación y dos de prácticas remuneradas.
Pero el intento no se ha materializado nunca, entre otras cuestiones, porque
requiere una fuerte inversión tanto en los futuros maestros como en sus
tutores, que en las prácticas actuales intervienen normalmente de forma
voluntaria.
Rosalía Aranda, decana de la facultad de Formación del Profesorado y
Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, ha participado durante los
últimos seis meses en el debate abierto en Madrid para mejorar la función
docente. Es una de las pocas voces que no rechaza de plano la apertura de las
aulas a otros titulados, aunque con reservas. “Todo tipo de licenciado no se
puede convertir en maestro de primaria sin competencias
didáctico-pedagógicas, habría que discutirlo pero se podría articular”.
Aranda alude al procedimiento que funciona en la selección de docentes en
secundaria, donde el antiguo curso de adaptación pedagógica (CAP), que apenas
duraba unos meses, dio paso hace cuatro años al actual máster de formación,
de un año de duración. Aranda defiende que se podría aplicar una fórmula
similar pero con una duración más amplia y consensuada en las distintas
comunidades autónomas, que evite algunos de los errores detectados en la
formación de los aspirantes a profesores de secundaria.
El acceso a la profesión docente a través de otras titulaciones ha sido
durante años una vía de escape para profesionales de otras especialidades que
no siempre acudían por vocación. El máster del profesorado incluye prácticas
con un tutor que supervisa y tiene que firmar un informe positivo. De no ser
así debe repetir el proceso y puede incluso no entrar en el cuerpo de
funcionarios. Pero su adaptación difiere de una comunidad autónoma a otra,
como señaló un estudio del Observatorio Social de la Educación de España de
la Fundación 1º de Mayo de CC OO. Los alumnos españoles podían terminar ese
máster con 192 horas presenciales en unas comunidades y hasta 900 en otras y
con matrículas de precios dispares (entre 875 y 2.000 euros).
Ambas comunidades harán una prueba
específica de acceso
“Sería conveniente un marco genérico en todas las comunidades autónomas y
un reparto por especialidades”, considera Luis Martín, antiguo coordinador
del CAP y actual secretario del máster que se imparte en la Universidad de
Sevilla. Martín considera que el nuevo modelo mantiene algunas viejas
lagunas. “Es un aprendizaje demasiado concentrado y muy precipitado, en el
que hay dificultades para articular teoría y práctica”. El especialista
considera que el problema es que, tras décadas de espera, el máster se puso
en marcha de una forma “muy precipitada”. “Algunas cuestiones se han mejorado
en los aspectos de tipo organizativo, pero sigue siendo insuficiente”. Si un
graduado en Arquitectura entra en el máster tras no encontrar un puesto en su
especialidad, ejemplifica, arranca el aprendizaje sobre secundaria en octubre
y se enfrenta a las clases prácticas ya en enero del año siguiente. Y aún le
queda elaborar el trabajo final antes de que acabe el curso.
Profesionales con más didáctica, con mejores herramientas para enseñar a
aprender. En el viejo y no resuelto debate, muchas voces defienden también
que la dignificación de la profesión docente requiere también una revisión de
los salarios, del tiempo de dedicación y un mayor respeto institucional.
Medidas que ayuden a que se haga realidad el viejo chascarrillo de que el
asunto estará resuelto cuando un padre esté tan orgulloso de decir que su
hijo es maestro como lo está ahora de que sea médico o juez.
Planes
de reciclaje para los docentes
Al Ministerio de Educación le preocupa el nivel de formación del
profesorado, en especial en la etapa de primaria. Por eso se ha propuesto
endurecer las pruebas de acceso a la función pública y su intención es
incluir en las oposiciones pruebas de idioma y de tecnologías. Esta y otras
propuestas llegadas desde Cataluña y Madrid para prestigiar la figura del
docente y atraer hacia estos estudios a los mejores reabren un debate que
lleva décadas siendo, a decir de los expertos, una asignatura pendiente: la
formación de los maestros en España.
Esta última iniciativa del ministerio, apenas una pincelada para un
asunto complejo, indica que salvo los profesores de idiomas, el resto de
aspirantes a maestro y profesor deberán “realizar una prueba de idioma
extranjero en la que se acredite un adecuado nivel de dominio de las
destrezas orales y escritas en el idioma correspondiente”, señala el borrador
del Ejecutivo, que se reunirá con los sindicatos el próximo martes. Además,
deberán acreditar “una suficiente competencia digital, apropiada para la
práctica docente”. La ratio de alumnos por ordenador en España mejora la
media europea, pero no se les saca mucho uso en las aulas.
Carlos López Cortiñas, secretario general de FETE-UGT, considera que
estas pruebas “solo lesionan a los trabajadores interinos que no tienen
alguna de estas competencias”. Reconoce que estas habilidades “mejoran el
perfil laboral del docente”, pero sostiene que hay que “cambiar los planes de
estudio de Magisterio para que las incluyan, al tiempo que se da una
formación continua a los profesores en un plazo prudente”.
La tecnología y el inglés serán los puntos fuertes. Antonio Moreno,
exdirector del Instituto Superior de Formación del Profesorado, es consciente
de que los maestros actuales no tienen suficiente nivel en estas materias.
“La competencia digital será la que cada cual haya ido aprendiendo, pero no
cabe duda de que debería dársele más peso”, afirma. Sin embargo, cree que el
hecho de que se haga una prueba de idioma es “prematuro, porque no están
preparados para eso”. “Que estudien inglés no es lo mismo que se repasen
geografía, historia o ciencias experimentales”.
En cuanto a los interinos, Nicolás Fernández, presidente del sindicato de
docentes ANPE, sostiene que el porcentaje de estos docentes no debería
superar el 7%. La realidad es que en toda España se duplica y alcanza cifras
que llegan al 25% en Madrid, Asturias o Murcia. “¿Y ahora, a mitad de
partido, vamos a cambiarles las reglas de juego a los interinos?”, se plantea
Fernández. Sugiere que estas destrezas puntúen entre los méritos, “como
puntúa el doctorado”, y se dé un plazo de reciclaje a los docentes. “Quizá
tres años, lo que va a tardar en implantarse la LOMCE”. Desea, asimismo, que
la formación continua del profesorado no sea voluntaria sino reglada —“en el
siglo XXI vivimos un constante cambio”—, pero sin perder la perspectiva de lo
que es básico: “Aquí somos pendulares. Hace 30 años no se estudiaba ni gota
de inglés, era francés, y ahora se pretende que todo el sistema pivote sobre
esa lengua, cuando un niño tendrá que adquirir comprensión lectora, nociones
de cálculo, aprender a escribir…”.
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Blog de F. Imbernon. Per saber què passa a l'educació. Para saber qué pasa en la educación. Intentando mejorar la educación, reflexionando y dando propuestas sobre ella
diumenge, 27 d’abril del 2014
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