dimecres, 10 de juny del 2015

Traducción del artículo publciado en Diari de l'Educació 10.06.2015

La mal llamada y antigua ‘selectividad’

 Después de más de 40 años, con variaciones, no se pueden mantener unas pruebas que el que evalúan se la memoria, la repetición y los conocimientos.

Estos días se está haciendo las PAU (pruebas de  acceso a la Universidad), la llamada selectividad. Unas pruebas estresantes y  maratonianas que duran tres días y donde muchos alumnos se juegan acceder a una carrera u otra.

A veces, las leyes duran poco, el suspiro de un nuevo gobierno y, en cambio, otras mucho tiempo. Las pruebas de acceso a la universidad son de julio del 1974 en aplicación de la antigua ley de 1970. Se legisló hacer una prueba común y homogénea para todo el mundo, basada en la oferta y la demanda de los centros universitarios, o sea, por la cantidad de sillas y de profesorado de las facultades. Cosa que la nota de corte se determinada por el número de sillas disponibles. Y continúa haciéndose a pesar de los gran cambios que se han producido.

Y si digo que es mal llamada selectividad es debido a que más que seleccionar, ordena y adjudica plazas. Y aunque la mayoría las  aprueba, los que entran en primera opción a la carrera escogida quedan alrededor del 65%. Esto quiere decir que no se tiene en cuenta las vocaciones o predisposiciones y las aptitudes por los estudios, sino la resolución de contenidos académicos que convierte al segundo de bachillerato en una academia de entrenamiento para las pruebas, más que de comprender (metodología de hincar los codos).

Se tendría que revisar este acceso en la universidad? Creo que sí, pero por diferentes motivos de los que argumenta el actual Ministerio de Educación.

Después de más de 40 años, con variaciones, no se pueden mantener unas pruebas que lo que evalúan es la memoria, la repetición y los conocimientos. Pretenden valorar la madurez académica, así como los conocimientos adquiridos durante el bachillerato y la capacidad para seguir las enseñanzas universitarias. Y creo que únicamente valora los conocimientos. Hay incoherencia del sistema: dicen que se tiene que enseñar competencias para la vida y la pruebas no se hacen con este criterio. No serían más adecuadas unas pruebas para ver la comprensión de los diferentes tipos de conocimientos a partir del desarrollo de competencias?

Y se comprueba que estas pruebas no funcionan, puesto que cuando llega el alumnado a la universidad tiene problemas de argumentación, de redacción, de ortografía, de comprensión. Pues, para qué han servido estas pruebas?

Y por donde tendría que ir? No por la propuesta del Ministerio de modificar esta prueba por una reválida al final del Bachillerato de 350 preguntes tipo test a partir de 2017 (suponiendo que todavía  estén) y traspasar a las universidades el que hagan pruebas de acceso específicas a cada enseñanza. Típico de una ideología desregularitzadora, o sea, de una autonomía mal entendida.

Traspasar la responsabilidad a cada universidad y a cada facultad es abrir al mercado el acceso universitario, buscando clientes, rompiendo la igualdad de oportunidades de acceso y la equidad. Es dejar el acceso a la subjetividad de cada universidad teniendo en cuenta que con el aumento de las universidades privadas (cada vez   más y  más fáciles de crear) algunos tendrán más privilegios que otros. También puede ser una exclusión por factores económicos, sobre todo ahora con los precios diferentes en las comunidades, universidades y facultades.

Cuál podría ser la alternativa?

Si acordamos que se tiene que establecer algún sistema de acceso, antes que nada se tendría que hacer un diagnóstico de la situación y abrir el debate a la búsqueda de alternativas. Los actuales gobiernos acostumbran a fijar leyes mirándose ellos mismos y no impulsando un debate entre los implicados. El hacer una doble prueba, bachillerato y facultades, es inapropiada puesto que crea una dinámica perversa de estudiar para aprobar y de la enseñanza como una carrera de obstáculos. Y más si una se de tipo test, puesto que saben que aparte del azar se estudia para aprobarlo, no para aprender.

Imaginamos que hacemos una única prueba, que también sirve la nota de bachillerato, que las universidades tengan la obligación de coordinarse (plúbicas y privadas) para establecer criterios comunes. Imaginamos que en esta prueba , según la elección del alumnado, se da relevancia a materias y temas concretos mediante pruebas específicas. Y que estas pruebas comprueben las competencias más que la memorización utilizando instrumentos del siglo XXI y no tan sólo papel y lápiz. Y si imaginamos mucho, podrían abrir la puerta a comprobar aptitudes y predisposición por los estudios pedidos.

Pero lo  importante es hacer un debate para ver por qué sirven estas pruebas, como modificarlas adecuándolas a la realidad de hoy en día, como llega el alumnado a la universidad, que se tiene que enseñar al bachillerato y como respetar el derecho de todos y todas a acceder a su futuro sin ningún tipo de exclusión.

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